Nunca antes en la historia de Brasil un ex presidente fue juzgado, condenado y mandado a la cárcel. Hasta esta noche no se sabía adonde sería conducido y si le sería permitido cumplir prisión domiciliaria.
Hasta los correligionarios más fieles del ex mandatario ultraderechista dan por seguro, a ejemplo de analistas y adversarios, que seguramente será condenado.